sábado, 9 de abril de 2011

El terremoto de Valdivia de 1960 y la labor de bomberos


El terremoto de Valdivia de 1960 y la labor de bomberos
Parte I

Es sabido que Chile es un país sísmico y así lo avalan los diversos terremotos que han ocurrido en el territorio nacional durante cientos de años, sobre todo al tener el récord del sismo más grande que se tiene registrado en la historia, el de Valdivia en 1960.
A las 15:11 horas del 22 de mayo, un remezón de 9,5 grados en la escala de Richter, generó un posterior tsunami que dejó el triste saldo de 2.300 personas muertas y más de dos millones quedaron damnificados por el terremoto.
Pero ¿cómo fue la labor realizada por los bomberos de la época?
Como en otros cataclismos, el trabajo de los voluntarios no se limitó sólo a la extinción de incendios, sino por el contrario, en variadas ocasiones debieron asumir un rol completamente distinto al que acostumbran a realizar.

Al igual que en el sismo del 27 de febrero de 2010, éste también estuvo acompañado de un maremoto, donde tres olas de 25 metros, sin pedir permiso a nadie se internaron en las zonas pobladas de Queule, Corral, Puerto Saavedra, Carahue y Toltén arrasando con todo lo que había a su paso.
Las consecuencias de este remezón fueron catastróficas, donde el 40% de los hogares quedaron destruidos, a lo que se debe sumar que el río Calle Calle se desbordó inundando gran parte del centro de la ciudad de Valdivia, obligando a la evacuación de sus habitantes, tarea en que participó parte del voluntariado bomberil.


Con esta hecatombe, las principales edificaciones también fueron presa de la naturaleza, entre ellas unos cuarteles del Cuerpo de Bomberos de la ciudad, lo que obligó a los voluntarios a trasladarse con camas y petacas a la Plaza de Armas, lugar donde armaron carpas y sin pensarlo se transformó en el centro de operaciones al tener sus máquinas estacionadas a un costado.
Asimismo, en la torre del Cuartel General del Cuerpo de Bomberos, se encontraba un imponente reloj que daba la hora en sus cuatro costados. Ahí mismo también estaba instalada la sirena que alertaba las emergencias, la cual producto del desplome de la estructura dejó de funcionar, generando un problema mayor al no contar con un sistema de comunicación tan eficiente como el recién nombrado.
  


Es por esto que una simple campana se transformó en la herramienta sonora que anunciaba a los voluntarios de algún acto de servicio, los cuales se produjeron incesantemente durante los tres meses siguientes.
Minutos después del terremoto, sólo los carros bombas de la Segunda, Tercera, Quinta y Octava Compañías podían salir por calle Carampangue, ya que las otras vías quedaron bloqueadas por los escombros que cayeron durante el remezón.
De igual manera, a los pocos minutos de transcurrido el sismo, el Comandante de la época, Víctor Werkmeister, decretó acuartelamiento general en las nueve Compañías que conformaban la Institución.
Fue así como después de haber soportado el terremoto más grande de la historia, el Cuerpo de Bomberos de Valdivia, ya se encontraba constituido con todas sus unidades, siendo el primer organismo de emergencia en salir a las calles a prestar sus servicios, según lo indicado por su Superintendente, Ignacio Bartolotti.
Los incendios

La primera tarea de los voluntarios fue sofocar los siniestros que se producían en la ciudad, siendo el primero ellos uno en calle Arauco, ubicado a un costado del liceo de Niñas, donde una casa ardió por completo.
Tras esto, la alarma se decretaba en el edificio de Impuestos Internos, en la esquina de las calles San Carlos con Independencia, donde rápidamente se armaron pitones y se logró contener la emergencia.
Los llamados no cesaban y peor aún, el agua comenzaba a escasear obligando a los bomberos a ser sumamente conscientes con el uso de este vital suministro.


La mencionada campana nuevamente tañó en la convulsionada ciudad de Valdivia y esta vez las máquinas fueron despachadas a dos llamados estructurales en calles Chacabuco e Ismael Valdés Vergara, donde el fuego no daba tregua y el personal bomberil por más que trataba de sofocar las llamas, éstas parecían ganar su primera batalla.
Surgió la idea de poner en servicio la bomba fluvial de la Primera Compañía, la cual desde las riveras del río se encargaba de extinguir los siniestros que ocurrían cerca de los arroyos, además de abastecer de agua al resto de las piezas de material mayor. Sin embargo, al final no se pudo utilizar este “barco bomba”, ya que la persona encargada de operarla no pudo llegar porque uno de los puentes cayó.
Frente a este tipo de problemas, rápidamente se dieron soluciones y con el paso de los minutos poco a poco los voluntarios fueron contrarrestando los diversos siniestros que se producían en la ciudad, los cuales comenzaron a amainar con el transcurrir de las horas.
El agua potable: un gran dolor de cabeza
Producto del terremoto y posterior tsunami, las redes de agua potable y alcantarillado colapsaron, dejando expuesta a la población frente a cualquier problema de salud que pudiera ocurrirles.
Suministrar los estanques de los carros bombas se convirtió en uno de los principales problemas que debió resolver el voluntariado, ya que además de no contar con un sistema de redes de agua, los ríos se contaminaron con los escombros y la sal del mar que ingresó por las desembocaduras haciendo que el almacenamiento de agua en las piezas de material mayor no se pudiera ejecutar por esta vía.
  


Sin embargo, tras la brillante idea del voluntario de la Novena Compañía y también ex Segundo Comandante, Ananías Zapata Mella, (Q.E.P.D.), junto a otros bomberos instalaron un grifo de columna y sacaron agua desde un embalse del estero Collico. De esta manera pudieron no sólo abastecer a las máquinas, sino también proveer de este vital elemento a la población valdiviana que a esa altura lo necesitaba de manera urgente.
Tras este logro una de las principales tareas de las Compañías fue la entrega de agua potable a los habitantes, trabajo nada de fácil dada la importancia y necesidad de las personas. Para esto, se organizó la ciudad en sectores y con apoyo de camiones cisternas pedidos a Santiago y San Miguel, más los vehículos de Enap, comenzaron la entrega de agua a la gente afectada. 

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